—-> Si buscas la receta de la tinta, ve directamente al final del artículo 😉
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Desde que leí el imponente libro de Claude Mediavilla empecé a estar obsesionado por conseguir hacer tinta antigua, usando las recetas medievales. Su descripción de las características de esta tinta y sus cualidades únicas me fascinaron. imgp5361Ya cuando estudiaba restauración nos hablaron de las tintas ferrogálicas, las que se fabricaban con sulfato de hierro y agallas de roble, por ejemplo. Pero al ver los terribles efectos de corrosión de la tinta sobre el soporte cuando la fórmula no estaba muy bien equilibrada (nos mostraron algunos ejemplos del siglo XVIII) la descarté como el típico experimento fallido propio de una época. Hasta leer el libro de Mediavilla, realmente no era consciente de la importancia de esta tinta.

La tinta ferrogálica fue la usada en los primeros documentos cristianos, durante toda la explosión de la cultura de los monasterios y conventos, desde el nacimiento de las primeras minúsculas hasta las góticas más floridas, y de hecho es la tinta que se continuó usando casi hasta nuestros días, durante la época de la elegante humanística, la cancilleresca e incluso la letra llamada inglesa (Copperplate). Como dice Mediavilla, en cierto modo se puede considerar que “nuestra civilización es la civilización de la tinta férrica”.

Cuando hice recuento de los materiales necesarios, descubrí que no tenía sulfato de hierro. Sí tenía goma arábiga, y podría conseguir por los alrededores agallas de roble si buscaba en el campo.

En fin, que investigando por ahí encontré que a través de Amazon (o Ebay, no recuerdo ahora) una empresa inglesa vendía el ansiado vitriolo verde (sulfato de hierro) y tras casi dos semanas de espera, aquí estaba. Había visto primero un utilísimo artículo de Ramiro Espinoza, tipógrafo argentino asentado en centroeuropa, pero su receta utilizaba productos químicos que en el momento yo no sabía dónde conseguir. Así que me decanté por recetas completamente “a la antigua”.

Tras muchas búsquedas, un día, con mi hijo José, de 10 años entonces, encontramos en Pontedeume un roble con infinidad de agallas caídas. Ya antes habíamos recogido alguna en el paseo de Caranza, atando un par de palos para golpear las ramas altas, con gran dificultad. La gente se paraba a mirar qué hacía el loco ese del palo… pero apenas rescaté cuatro agallas en media hora.
Lo de Pontedeume en cambio, era la Jauja de las agallas caídas… así que llenamos una bolsa entre mi hijo y yo, y ya esa misma noche me dispuse a preparar una buena decocción a la antigua usanza. Hasta las tantas estuve cociendo las agallas machacadas.

Pero al preparar la tinta, en el momento de unir la decocción de agallas y el sulfato de hierro, la esperada reacción tanino-férrica que da como resultado un bello tono negro violáceo (como de vino tinto pero muy negro) no sucedía. Se quedaba marrón y listo. Aparentemente la cantidad de hierro era excesiva. O lo que es lo mismo, la media bolsa de agallas no daba suficientes taninos para contrarrestar el hierro.

Preguntando preguntando, contacté con un experto: Ángel Cabrera Rodríguez, que en un denso PDF explica muchas de estas fórmulas antiguas que ha probado y ajustado él mismo, y que yo usé como fórmula para este mi primer intento. Amablemente me explicó que las agallas recogidas deben ser recientes, frescas. El árbol se defiende de la avispa que lo parasita envolviendo la larva con una cápsula atiborrada de taninos (agalla) pero con el tiempo esos taninos van suavizándose, y para cuando la agalla ha caído al suelo están en una proporción mínima. Hay un proceso de putrefacción controlada -que narra también Mediavilla- que aumenta la proporción del ácido gálico y tánico originales… Pero si la agalla es vieja hay poco que se pueda hacer.

Así pues, volví a consultar y Ramiro Espinoza me comentó que había en Barcelona una tienda que vendía productos químicos online: Químics Dalmau.

Dicho y hecho. Preparé un pedido online y por teléfono, donde me atendieron con gran amabilidad. En pocos días tenía ya todos los productos necesarios en casa. Santo remedio. Los productos químicos puros y concentrados, lógicamente, funcionaban bien a la primera.

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En las instrucciones que explica Ramiro Espinoza en su blog se aclaran los pasos muy detalladamente. Él mismo explica que si bien se recomienda tener la goma arábiga mezclándose en frío varios días para que se disuelva perfectamente, en su caso no pudo contenerse tanto tiempo, y finalmente la disolvía “a las bravas”, removiendo y en caliente. Yo debo confesar que hice igual. Tenía tantas ganas de preparar bien la tinta que justo hice eso, calentar y remover hasta que la goma se ablandaba.

En la primera tanda de tinta fabricada el resultado fue muy bueno. La tinta quedó negra y uniforme, sin grumos. Es una tinta que una vez seca es negra y hasta brillante, pero totalmente impermeable (no se vuelve a disolver en agua). En el momento de usarla no es del todo negra, pero si se aproxima bastante, gracias al truco mencionado por Espinoza: mezclar nogalina como colorante que ennegrezca el tono al principio.

La segunda vez que la preparé, fui mucho más metódico. Esperé el tiempo necesario hasta que la goma estaba disuelta en frío durante dos días o así, y dividí el agua en tres partes para que cada componente se disolviera por separado. Todo lo hice con mil precauciones. Pero -oh mísero de mí, oh infelice- la tinta se acababa precipitando al cabo de unos días en el fondo del bote. Si removía con fuerza volvía a mezclarse ese poso. Pero al cabo de un tiempo volvía a precipitarse de nuevo. El tono no era tan negro y además se podían notar los grumos diminutos de precipitado.

Durante un tiempo revisé toda la documentación para ver por qué la tinta había quedado mal si había sido mucho más cuidadoso. Hasta que comparando las diferencias, me di cuenta de qué había pasado.

Resulta que la goma arábiga se añade no tanto para actuar como aglutinante sino sobre todo para estabilizar la mezcla. Los cristales de sulfato de hierro al mezclases con los taninos tienden a precipitarse y caer al fondo. La goma arábiga precisamente sirve para mantener ese pigmento flotando en suspensión. Por ello, mi primer intento, en el que mezclé la goma arábiga con el tanino, dio mejores resultados que cuando añadía la goma después de la reacción sulfato-tanino.

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Esta tinta es perfecta también para dibujar.

Otro problema que me acechaba era el del añadido de nogalina. Indefectiblemente la nogalina da lugar a un depósito en cuanto se mezcla con la tinta. No sé si es problema de la cantidad que añado (una cucharadita) o bien de la calidad de la nogalina, porque tengo dos paquetes diferentes y la más antigua parece que produce más depósito que la moderna.

Una nueva prueba, y finalmente, la mejor de las tandas. En lugar de hacer la mezcla en caliente probé a hacer todo el proceso en frío. Dejé tres botes con mezcla: uno con agua+taninos, otro con agua+sulfato de hierro y un tercero con agua+goma arábiga. El orden de la mezcla fue: mezclar primero el agua con tanino y el agua con goma y añadir luego poco a poco el sulfato, removiendo. Al final, una pizca de nada de nogalina ya mezclada con agua, y por último, completar hasta los 200 ml. Es la mejor mezcla con diferencia. Y eso que me demoré demasiados días y la goma ya tenía algo de moho, que tuve que filtrar.

Con este artículo llevo meses. Hace mucho que lo empecé y francamente, no veía el momento de terminarlo. Así que me dije: vamos a acabarlo como sea. Y en fin, aquí estamos.

Tengo aquí un papel que preparé con las instrucciones para nuestros amigos Carlos y Jóse, de México y residentes en Rochester (USA), que no sé si han preparado ya la tinta con los ingredientes que les proporcioné 🙂 Por si no se ve bien, copio también la fórmula por escrito.

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RECETA DE LA TINTA MEDIEVAL.

Ingredientes:

  • 10 g. de tanino soluble en agua
  • 7 g. de sulfato de hierro (vitriolo verde)
  • 10 g. de goma arábiga en polvo o granulado
  • 1/4 a 1/2 cucharadita de café de nogalina (opcional)
  • 200 ml de agua destilada, del deshumidificador, de lluvia o agua mineral con baja mineralización.
  • Tres frascos de unos 100-150 ml con tapa (por ejemplo, de paté).
  • Una báscula de precisión para pesar los productos químicos.
  • Un vaso medidor.
  • Un colador.

Preparación:

  1. Se mezcla el tanino con 50 ml de agua destilada y se mete en un frasco con tapa.
  2. Se mezcla la goma arábiga con otros 50 ml. de agua destilada y se guarda también en un frasco con tapa.
  3. Se mezcla el sulfato de hierro con unos 75 ml. de agua destilada y también se guarda en un frasco con tapa.
  4. Se deja pasar un día o dos, hasta que la goma arábiga y los otros productos estén completamente disueltos, sin grumos.
  5. Se mezcla la goma arábiga y el tanino en el vaso medidor hasta su perfecta disolución.
  6. Se añade, poco a poco y removiendo, el sulfato de hierro diluido del tercer frasco hasta que la tinta sea uniforme. El producto será una tinta oscura y algo violácea.
  7. Si se quiere añadir nogalina se puede echar un poco (unos 25 ml.) de agua destilada en un frasco aparte con la nogalina hasta que se disuelva completamente. Se mezcla poco a poco, removiendo y con cuidado, con la tinta recién preparada.
  8. Se añade agua destilada hasta completar 200 ml. en el vaso medidor.
  9. Ya se puede utilizar. Yo suelo guardar la tinta en botellas de cristal pequeñas.

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Esta tinta tiene una serie de características que la hacen única tanto para caligrafía como para dibujo. Las principales son estas:

  1. Es totalmente impermeable. Una vez seca puede mojarse sin que le afecte lo más mínimo el agua.
  2. El color negro es más fuerte cuanto más tiempo pase. Al escribir o dibujar se ve gris, pero en pocos minutos es negra como el carbón.
  3. Al aplicarla es muy fluida, por lo que permite líneas finísimas de negro aterciopelado. Pero al secar se va espesando. Es como si se “coagulase”. El olor permite distinguir perfectamente estas fases: en principio tiene un olor semejante al del vino tinto, proveniente de sus taninos. Pero al irse secando comienza a oler a hierro, recordando un poco al olor de la sangre (que también contiene hierro).
  4. Permite ser borrada raspando con una cuchilla. En este sentido se puede borrar mucho mejor que la tinta china, porque no penetra tanto en el papel. Eso sí, para conseguirlo necesitaremos un soporte resistente o de buen gramaje.
  5. Gracias a la goma arábiga tiene una buena elasticidad y adherencia a casi cualquier superficie. Yo la uso en cuadros acrílicos sin problema alguno, sobre la pintura. En estos cuadros, como extra, permite correcciones simplemente frotando enérgicamente con un trapo mojado. Aunque es una tinta impermeable, al quedarse en la superficie se puede eliminar raspando.
  6. Sirve incluso para papeles de muy mala calidad en los que cualquier otra tinta se correría sin remedio.
  7. El mayor inconveniente de esta tinta es que resulta algo corrosiva para las plumillas metálicas, sobre todo algunas de ellas. No obstante si se dedica alguna plumilla exclusivamente a esta tinta no nos arrepentiremos, porque durará bastante pese a verse oscura.
  8. No es buena para rellenar cartuchos de tinta para plumas estilográficas (por su agresividad química con los metales) ni para rotuladores con mecanismos que dependan de la capilaridad. Se trata de una tinta pigmentada en lugar de tintada, por lo que un mecanismo demasiado fino no permitirá pasar a las partículas en suspensión de la tinta.

Por último, me gustaría mencionar aquí las investigaciones que se están haciendo para mejorar la estabilidad química de las tintas ferrogálicas mediante quelación, de las cuales se da buena cuenta en este blog, Science in School, donde también se muestra la manera de fabricar tinta usando agallas de distintas especies, en este caso ¡como una interesantísima actividad escolar!

Espero os resulte útil y os animéis a preparar vuestra propia tinta. Puedo deciros que la mayor parte de tinta que utilizamos tanto yo como mi mujer (pintora e ilustradora) desde hace un tiempo ya es siempre la tinta que fabrico según esta fórmula. Os la recomiendo completamente.

15 pensamentos sobre “La tinta medieval

  1. Estimado, excelente el artículo. Soy examinadora forense de documentos y ocurre que falsificadores de documentos antiguos suelen realizar sus propias formulaciones de tintas para que luzcan como las ferrogálicas (de la misma manera que envejecen el papel). Tu lograste la receta de las tintas! Si bien nunca se sabe con que fin puede ser usada esa información por algún lector nos das a los investigadores información interesante y precisa para tener en cuenta en el caso de un peritaje de ese tipo (Independientemente de una variedad de elementos que se pueden analizar como ser la evolución temporal, la interacción con el soporte, anclaje, etc. ).
    Gracias y felicitaciones por el detallado relato. Saludos!!!

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  2. En realidad la fórmula dista mucho de ser mía y tampoco es secreta. Esta fórmula se basa sobre todo en la que da Claude Mediavilla en su fantástico libro titulado “Caligrafía” y el blog de Ramiro Espinoza.
    Si mi experiencia puede resultar útil, me doy por más que satisfecho.

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  3. Hola, el artículo es excelente sin duda, desde hace muchos años trabajo con tinta ferrogalica ya que por cultura y religión escribo copias de textos antiguos sobre pergaminos (de ternera que yo mismo trabajo) cuales estrictamente según nuestra cultura deben ser escritos con esa tinta.
    Actualmente la tinta la compro en tiendas especializadas pero siempre me gustó la idea de hacerla.
    Mi única duda es que tanta idea pudiéramos tener sobre el tiempo que durará la tinta de esta receta, explico, los textos que escribo deben durar muchos muchos años de hecho el escribirlos sobre pergamino sin duda creo que pudiera beneficiar ya que es mucho más resistente que cualquier papel lo que me preocupa es que no fueran a aclarar las letras.
    Me gustaría estar en contacto contigo ya que trabajo diario con esta y tengo varios asuntos para comentarte.

    Saludos!!

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  4. Uma livrinho pouco falado , segundo alguns informes fiquei sabendo que os soldados Romanos escreviam com uma varinha de madeira sobre um pequeno quadrinho com cera .

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  5. Uma dica para fazerem tintas naturais com essencias de flores , petlas de flores ,frutos , sementes de frutos , verduras , raizes tanto para obterem cores como para escrever marcar mesmo, todos estes que mancham roupas servem para escrever no papel ou em tecidos esta é a indicação segura para uma nova tinta mais natural os indigenas sabem disto melhor que todos nós pois eles se pintam e não tem nehuma fabrica de tinta para eles é tudo natural .

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  6. Hola, Anxova. Tienes un blog estupendo, enhorabuena. Gracias también por compartir información sobre tintas ferrogálicas. Tus fotos son preciosas, iba a utilizar una para ilustrar un power point, citando la autoría, claro está. El caso es que me está resultando imposible encontrar tu nombre, ni ningún apartado del blog que diga quién eres. En fin, dejo estar el asunto y no ilustro con la imagen que ofreces, una pena porque es muy bonita, pero me niego a usar material sin citar autoría. Estaría bien, te sugiero, que digas cómo te llamas. Un saludo! y gracias por compartir tan buen material

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    1. Hola, Blanca. Muchas gracias por lo que dices, estas cosas animan mucho 🙂

      Yo encantado de que lo utilices. Mi nombre completo es Miguel-Anxo Varela Díaz. Soy licenciado en Bellas Artes en Barcelona y actualmente mi mujer (también licenciada en Bellas Artes) y yo tenemos una escuela de arte en Ferrol: http://www.casaldearte.com

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  7. Felicitaciones por el extenso y magnífico artículo! Estoy detrás de estas tintas ferrogálicas desde el 2014 y comencé con ellas por pura curiosidad… He hecho cientos de combinaciones con los componentes, he agregado más de 20 sobre los cuatro básicos (sulfato de hierro, tanino, agua, goma arábiga y la nogalina) entre los que puedo citarles: ácido ascórbico, ácido gálico, ácido clorhídrico, ácido fénico, tween 20, glicerina USP, hiel de buey, azul de Prusia, azul añil o de índigo, cremor tártaro, negro de humo… en fin un arsenal completo de productos que me han llevado a producir en estos años más de 20 litros de tintas… ¡todas por completo diferentes! Pero todas comparten la misma funcionalidad y utilidad y han resultado magníficas y todavía están funcionales, perfectamente conservadas.
    A modo de colaboración y para enriquecer más la experiencia de producir sus propias tintas, aconsejo usar el ácido fénico (manipular con mucho cuidado, siempre lejos de fuego o llamas!) como componente BIOCIDA. Esto es, para evitar formación de hongos y proliferación de bacterias. Si no tienen o no consiguen este ácido pueden usar alumbre con el mismo fin.
    Ahora mismo necesito conocer cuál es el componente primordial que ofrece virtudes reflectivas y brillo intenso a las tintas, cosa que -pese a las pruebas hechas y repetidas cientos de veces, como ya dije- no puedo acabar de identificar.
    Reitero mis felicitaciones al/la autor/a del artículo; es muy claro y didáctico e invita a poner manos a la obra, cosa que no todos pueden lograr en los lectores…
    Estoy a disposición de quien quiera conocer más sobre mi experiencia con las ferrogálicas.
    Saludos desde Buenos Aires!

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  8. Queridos Edgardo y Chen Cho, muchísimas gracias por vuestros comentarios.

    Edgardo, estoy encantado con tu propuesta, me interesa mucho hacer nuevas elaboraciones.
    En mi caso he conseguido tanto tintas mates como tintas brillantes, y no sé muy bien la razón del brillo tampoco, utilizando más o menos los mismos componentes.

    En los últimos tiempos se me ha estropeado el sulfato de hierro, pues se ha puesto marrón, pasando a ser Sulfato de Hierro III en lugar de Sulfato de Hierro II (vitriolo verde), todo por la humedad que tenemos en Ferrol… El problema es que el proceso para reducir la sal de III a II es complicado y nada barato, según me han dicho amigos químicos.

    También he eliminado en las últimas elaboraciones la nogalina, porque provoca precipitados en la tinta. No he conseguido librarme de eso 😦 Para oscurecer la tinta dejo el bote abierto una noche y así ya no es tan gris. Pero también me gusta que la tinta se oscurezca rápidamente al dibujar o escribir.

    Perdona la tardanza, cuando escribiste no te respondí por culpa de que se me había estropeado el móvil y encima estaba en plena oposición, ni vi el mensaje ni tenía posibilidades de pararme entonces. Mil perdones.

    Chen Cho: lo que compré en Químics Dalmau fue el sulfato de hierro (bote de 1 kg), el tanino en polvo y la nogalina. Muy buena atención en esta empresa familiar, da gusto hablar con ellos.

    Os agradezco mucho lo que me decís y Chen, te animo a meterte en este mundillo, pintar con tu propia tinta es una sensación única para un artista o un aficionado al arte. Y encima es que ¡huele tan bien esta tinta!

    Ya me contarás tus pinitos 🙂

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    1. Estimado Anxova:
      El brillo y la reflectividad en las tintas artesanales -al menos, en las que yo he producido-, son virtudes buscadas intensamente durante años… Creo haber identificado al principal sospechoso y no es otro que el tanino en muy alta proporción respecto de cualquier otro componente. Si a una cantidad x de tanino en un vaso de precipitados le añaden agua lentamente hasta lograr una solución muy densa pero lo mínimamente fluida como para que gotee unas tres o cuatro veces desde una varilla (método muy empírico pero no encontré otro por ahora) y capturan un poco de esta “tinta primordial” de tanino puro con una plumilla, al dejar el ratro en el papel una vez seca por completo verán que sin dudas tiene mucho brillo.
      Sobre la base de esta simplísima experiencia comencé a probar diferentes materiales para logar un negro intenso… y que además conserve el brillo. Así, pueden intentar con el negro de humo, con cualquier anilina negra o del color que se prefiera. He usado un azul añil, y diversos compuestos sintéticos negros que resultan bastante difíciles de disolver. Lo ideal es disolverlos en un mortero de vidrio o porcelana antes de mezclarlos con el tanino, de manera de lograr una crema que se incorporará enseguida al sirope de agua saturada con el tanino.

      Para concluir, debo decir que la sorpresa mayor y los mejores resultados en cuanto a brillo y reflectividad me las ofreció el reemplazo total del sulfato de hierro por el Azul de Prusia (también llamado Azul de Berlín).
      Este componente -muy tóxico y generador de cianuro-, contiene un núcleo de hierro que es el que reacciona con el resto de los componentes para dar el típico negro de las ferrogálicas. Sólo que en este caso yo las llamo “ferroprusianas”. El resultado es asombroso. Recomiendo probar y experimentar con el Azul de Prusia para las tintas con brillo, pero extremen las medidas de seguridad en la manipulación, ya sea durante la preparación o bién en el uso posterior. Aún tengo un frasco de más de 350 cm3 con esta receta y después de meses mantiene sus propiedades ópticas. Con otra muestra idéntica que he usado de test comencé a agregar sulfato de hierro y ácido gálico y otros componentes en forma paulatina hasta que finalmente perdió su brillo: la tinta viró a un negro opaco deslucido, tal como tantas otras versiones.

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  9. Excelente aportación sobre la tinta ferrogálica… la receta que tengo no dista mucho de la tuya pero el tip de que mezclar primero me ha sido de gran ayuda.
    Al respecto y debido a mi curiosidad tengo las siguiente preguntas:
    – ¿Qué puedo utilizar para cambiar el color por uno diferente al negro -si es que se puede-?
    – Si es posible perfumar la tinta, ¿con qué se podría hacer y que consecuencias traería?

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    1. Hola, Felipe de Jesus, pues nunca oí sobre perfumar la tinta. En realidad a mí me agrada el olor que tiene de por sí, semejante al del vino tinto (supongo que por los taninos) y hasta el ligero olor a óxido, casi a sangre, cuando está reaccionando con el oxígeno del aire. ¿Algún químico en la sala que pueda orientar sobre esa posibilidad del perfume?

      En cuanto a lo de hacer la tinta con otro color yo lo que vi en el manual de Mediavilla es que existe otra fórmula que sustituye el sulfato de hierro por sulfato de cobre y según cuenta es de un color ligeramente distinto, pero creo recordar que también es negra.

      En la Edad Media se fabricaba tinta roja pero según cuenta Mediavilla no sé ha conseguido una fórmula, ni siquiera hay una tinta que la iguale en cuanto a color, opacidad, etc. Lo único que yo he podido encontrar y que dé un efecto decente es acuarela o acrílico rojo muy fluido de color bermellón o cadmio.

      Quizá con el olor podrías experimentar a añadir unas gotas de alguna esencia y comprobar si afecta al funcionamiento de la tinta, porque las esencias son grasas.

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  10. Hola.
    Que buen articulo, sobre la química básica de la tinta, particularmente me gusta mucho más la Nogalina disuelta en agua da un color ligeramente sepia.
    En cuanto a colocar aceites esenciales a la tinta lo más importante no es le olor es que sirve como preservativo para impedir el crecimiento de hongos y bacterias.

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